El enólogo de origen chileno participó de la segunda edición del Concurso de Vinos de Guarda14. Se mostró sorprendido por la calidad del certamen y destacó al vino argentino.
Sergio Correa Undurraga es Ingeniero Agrónomo y Enólogo de Chile. Su experiencia de 45 años en la profesión lo ha hecho recorrer el mundo y conocer diferentes vinos. Actualmente, realiza su propio espumante pero también asesora a bodegas de Mendoza y de otras zonas vitivinícolas argentinas.
Su paso por la cata a ciegas del Concurso de Vinos de Guarda14 fue toda una experiencia. El enólogo, conocedor de los varietales y amigo de varias personalidades destacadas del vino, conversó con Los Andes acerca de cómo fue el certamen y su visión del vino.
- ¿Cómo ha sido la visión del concurso en cuanto a tu experiencia en vinos chilenos y de otros lugares del mundo?
- En el año 89 partí en los Concursos Internacionales de Vino y este es mi concurso 168. Primero que todo les saco el sombrero a los organizadores, al diario, porque estamos en un momento muy difícil en la vitivinicultura mundial. Causada por diferentes razones económicas, precios, valores del dólar que nos hace subir mucho nuestros insumos, etc. Estoy realmente sorprendido que un concurso, que es su segunda versión, haya prácticamente doblado el número de muestras. Por otro lado, me parece extraordinario que inviten a las diversas provincias que están produciendo vino, acá en Argentina, e inviten a algún enólogo extranjero, en este caso a mí, para degustar con los colegas argentinos.
Argentina hoy día está en la primera línea por la calidad de sus vinos. Ya no solamente en Malbec, que desgraciadamente desde el punto de vista marketero mundial, Argentina es igual Malbec. Dado que yo asesoro acá en Mendoza he probado unos Cabernet Sauvignon estupendos, unos Syrah extraordinarios y por lo tanto, como enólogo, eso es lo que yo transmito. Que en el nuevo mundo, en nuestros países, podemos producir grandes calidades, grandes vinos y que internacionalmente nos premian.
- La baja de consumo a nivel mundial del vino. ¿Se genera por crisis económicas o es porque las personas están buscando otras cosas en los vinos?
-Pienso que primero es más importante la situación económica a partir de la pandemia. Yo creo que la pandemia nos hizo cambiar a todos, hoy día somos más pobres desde cualquier ángulo.
Segundo, pienso que el marketing del vino no supo hacerlo para toda la gente joven. No puedes comparar las generaciones de los setenta, los noventa, con las generaciones que salieron de los 2000 hacia adelante a consumir. Y por lo tanto no se supo ofrecer un buen producto para esas generaciones. Actualmente, estamos con vinos más frutosos, más juveniles, más fáciles de tomar. La gente joven no necesita hacer estudios para tomar ese vino. En cambio, las generaciones antiguas tenían que saber qué es lo que estaban tomando, y muchas veces no lo entendían y se iban a la cerveza. Argentina tuvo 90 litros per cápita en algún momento, Chile tuvo 70 litros per cápita. Hoy en día Argentina tiene alrededor de 20 y Chile 11. Hay que recuperar a la gente, entusiasmarla, mostrarle cosas nuevas. La capacidad que hay aquí en Argentina es brutal, por eso que mis asesorados aquí yo les he explicado esto, y hemos cambiado un poquito el switch en relación al tipo de vino que se hacía normalmente.
- ¿Cómo distinguirías los vinos de Chile versus los vinos de Argentina?
- Creo que se complementan, yo partí asesorando acá en Argentina en el año 2001. Entonces, me empapé mucho de la calidad argentina y entre paréntesis, Chile es el cuarto exportador y le tenemos que dar las gracias a Argentina. Porque durante 15 años Argentina no compitió con nosotros, entre el 90 y el 2005 nos dejó el mundo libre. Porque ustedes consumían mucho vino acá en Argentina y vendían bien. Entonces, después salieron al mercado internacional.
Nosotros estamos con una visión también del mundo y vemos que cuando hablan de Chile, hablan hace 20 años de Cabernet Sauvignon. ¿Y de dónde? Del Valle del Maipo. Pero eso ha ido evolucionando, dado que hemos explotado el clima costero, los valles costeros, sobre todo para los blancos. Y acá, ustedes han hecho algo similar sin tener valles costeros, pero sí teniendo valles cordilleranos. Se subieron, ya no están en el bajo de Mendoza, sino se fueron a la parte alta, que tienen excelentes vinos en el Valle de Uco, por ejemplo. Entonces, cuando me toca discutir internacionalmente este tema, yo siempre digo, Argentina tiene los vinos de Cordillera del Valle de Uco, que están sobre los 1200 metros. Nosotros, en cambio, nuestros vinos tintos están a 300 metros sobre el nivel del mar y nuestros vinos blancos están a 30, 40 metros sobre el nivel del mar en los valles costeros. Pero tenemos muy poco hacia la cordillera, que no lo necesitamos porque tenemos la influencia más fría de la corriente de Humboldt. Y eso hace que las temperaturas no sean tan altas como son acá en la provincia de Mendoza. Localmente han sabido irse a la cordillera, irse al sur, y también producir vinos con gradientes de temperatura bastante altos entre el día y la noche.
- Como enólogo, ¿qué es importante que represente un vino?
- Con mi experiencia te puedo decir que la he ido cambiando. Al principio uno decía, voy a representar este vino porque es chileno. Pero dentro de Chile se produce, para que tú tengas una idea, más o menos en una distancia de 1200 kilómetros. Por lo tanto, tú no puedes con un vino decir esto representa el vino chileno.
Estoy convencido y se lo digo a los jóvenes enólogos, que hay que hacer un buen vino, pero que sea del gusto consumidor mundial porque al final eso es lo que vale. Tú no sacas nada con tener puros vinos que te saquen doble medalla de oro a un precio inalcanzable y que no se venda, no haya rotación. Creo que hay que hacer buenos vinos a todos los niveles y para todos los segmentos. Porque el nicho alto va a existir siempre y ese nicho siempre te va a poder pagar lo que tú pidas. Después viene el nicho intermedio, que es la gran clase media del mundo, que va a poder comprar vinos pero no puede pagar esos otros precios. Entonces a esa gente hay que seguir entusiasmándolos con el vino, que se enamoren del vino. Y por lo tanto los enólogos tenemos algo en nuestra profesión que se llama una pasión y también hay que transmitirla al consumidor. A mi juicio, no en la parte comercial, sino más bien en la parte técnica.