Según un estudio de la Universidad de Michigan, esta costumbre trae dos beneficios claves a las personas que disfrutan de beber juntas.
Un estudio reciente de la Universidad de Michigan, publicado este año en The Gerontologist, revela que las parejas que comparten hábitos de consumo de alcohol no solo tienden a permanecer juntas por más tiempo, sino que también viven más. La investigación demuestra que cuando ambos miembros de la pareja beben de manera moderada, hay beneficios significativos para la salud y la longevidad.
Investigaciones anteriores ya habían indicado que las parejas con hábitos de bebida similares reportan matrimonios de mejor calidad y más duraderos en comparación con aquellas parejas cuyos hábitos de bebida son dispares. Sin embargo, lo que no estaba claro hasta ahora era si esos hábitos compartidos también traían consigo beneficios para la salud. Este nuevo estudio es el primero en establecer una conexión directa entre los hábitos de bebida, por ejemplo de vino, compartidos y una vida más larga y saludable.
El estudio analizó datos del Health and Retirement Study, un estudio representativo a nivel nacional que entrevistó a personas mayores de 50 años cada dos años desde 1996 hasta 2016. Los investigadores examinaron casi 10.000 individuos mayores de 50 años en parejas de diferente sexo que estaban casados o convivían. Al comparar los hábitos de bebida de las parejas con las tasas de mortalidad a lo largo del tiempo, los autores encontraron beneficios claros en los comportamientos de bebida concordantes entre las parejas.
Específicamente, las parejas que informaron que ambos miembros habían bebido en los últimos tres meses vivieron más tiempo que las parejas donde ninguno bebía o solo uno de los dos bebía. El consumo de alcohol ligero a moderado, definido en el estudio como ocho bebidas por semana o menos, resultó ser mejor que tanto el consumo excesivo como la abstinencia. Los beneficios fueron mayores en parejas donde ambos miembros bebían una cantidad similar, siendo este efecto particularmente notable en las mujeres. Las parejas en las que un miembro bebía y el otro no, tuvieron la peor tasa de supervivencia.
Estos hallazgos sorprendieron a los investigadores, quienes inicialmente habían hipotetizado que las parejas con patrones de bebida concordantes tendrían tasas de mortalidad más altas, especialmente en los hombres. Esta predicción se basaba en un estudio previo de 2022 del mismo equipo que vinculaba los hábitos de bebida compartidos en parejas con una mayor presión arterial, particularmente en los hombres.
Los autores destacan el enfoque del estudio en adultos mayores, que pueden ser especialmente susceptibles a los efectos nocivos del alcohol, sobre todo en relación con la interacción con medicamentos y ciertas enfermedades. No obstante, las personas mayores también pueden beneficiarse de los efectos protectores del alcohol, especialmente contra la fragilidad y las enfermedades cardiovasculares.
Otros estudios han encontrado que el consumo ligero a moderado de alcohol puede mejorar la socialización y el bienestar mental y emocional, lo que a su vez puede beneficiar las relaciones. Los autores señalan que “a medida que las parejas envejecen, los cónyuges o parejas pueden volverse más interesados en tener comportamientos de bebida más compatibles que mejoren su relación, lo que a su vez puede beneficiar su salud a medida que envejecen”.
Pese a los resultados, los investigadores reconocen ciertas limitaciones. Aunque controlaron variables como la raza, el nivel de educación y las condiciones crónicas de salud, otros factores podrían haber influido en los resultados, que no establecen una relación de causalidad. Además, advierten que, aunque “el estado de bebida concordante se asocia con una mejor salud... niveles más altos de consumo de alcohol aún pueden ser perjudiciales”.
El estudio no diferenció entre tipos de alcohol y se basó en el consumo de alcohol auto informado. Tampoco examinó las relaciones entre parejas del mismo sexo ni qué actividades realizaban las personas mientras bebían, si bebían juntos o por separado. Los autores sugieren la necesidad de más investigaciones. “Las futuras investigaciones deberían examinar los vínculos entre los patrones de bebida de la pareja y los procesos diarios de salud marital y física, así como los relatos diarios de actividades y si las parejas beben solas o con otros”.