La bodega Renacer lanzó una línea de vinos orgánicos. Hablamos con su enólogo sobre el proceso de adaptación de sus viñedos.
El nuevo consumidor de vinos se interesa por la sustentabilidad y el cuidado ambiental. Es por esto que las bodegas tuvieron que atender a la demanda de estos nuevos clientes e implementar sus propias políticas ambientales.
Una de ellas es producir vinos orgánicos. Es decir, que no requieren la incorporación de productos químicos de síntesis en ninguna parte del proceso. Producir vinos orgánicos no es tarea sencilla. Hay empresas certificadoras que imponen un programa de adaptación de los viñedos a la no intervención.
El procedimiento es regulado por la certificadora y recién, luego de obtener la autorización, la bodega puede empezar a comercializar los vinos como orgánicos.
Este es el caso de la Bodega Renacer, que recientemente lanzó su línea Punto Final Orgánico. Se trata de un Malbec, un Cabernet Sauvignon y Malbec Rosé en el rango varietal; y Cabernet Franc en la línea reserva, que es el único que no está en el mercado porque lleva un año de guarda en barricas.
Sobre este lanzamiento, la certificación de la empresa Letis y el proceso de adaptación de los viñedos a orgánicos nos habló el enólogo de la bodega, Fernando Seta.
-¿Qué implica adaptar los viñedos a orgánicos?
-El proceso implica dejar progresivamente el uso de agroquímicos, en general de pesticidas y herbicidas. En nuestro caso, mucho herbicida no usábamos. Los pesticidas no orgánicos o no certificados orgánicos se empiezan a abandonar.
Esto genera un nuevo equilibrio de la flora, empieza a haber más presión de malezas. Y como está desequilibrado el ecosistema, no tienen competencia y algunas plantas surgen con más fuerza que cuando reina un ecosistema saludable. Eso es todo un proceso, hasta que se restablece la flora, que se va contaminando con semillas, se va diversificando la flora. Ahí es cuando uno se acomoda en el proceso orgánico.
-¿Y qué complicaciones trae este proceso?
-Tuvimos que suplantar algunas prácticas de herbicida o de aplicaciones fungicidas con mucho trabajo mecánico. Esa es la complicación. Todo el trabajo mecánico que hay que hacer para mantener la viña sin tanta competencia en el suelo y que se pueda avanzar en una producción normal sin el uso de herbicidas.
-¿Cuánto dura este proceso?
-Hace 3 años se abandonó el uso de herbicidas y fungicidas no orgánicos. Es decir que el proceso duró todo ese tiempo y luego en la certificación tuvimos que demostrar que veníamos trabajando en ese sentido. La certificación duró 6 meses.
-¿En qué consiste puntualmente el sello orgánico?
-Consiste en atravesar esos tres años que pide la norma para la transición, demostrando que no se han hecho compras ni aplicaciones. Hacen muestras de suelo y de partes vegetales, y se analizan. Eventualmente se puede observar en distintas etapas del crecimiento, para ver cómo ha sido el crecimiento de la viña sin agroquímicos. Los certificadores notan cuando hubo alguna adicción de agroquímicos. Nosotros, por medio de trazabilidad y de documentos, demostramos que venimos trabajando sin uso de estos productos.
Luego de la primera cosecha con el ecosistema equilibrado y la certificación en mano, la bodega logró obtener de su finca 15.000 litros de Malbec Orgánico, 8.000 litros de Cabernet Sauvignon y para el Malbec Rosé fueron 13.000. Además, todos los insumos que se utilizaron en el proceso son 100% reciclables y con baja huella de carbono.
Sobre la repercusión de los mercados y el nuevo perfil de consumidor, la gerenta de marketing, María Marta Guisasola, explicó: “Sí, forma parte de otro perfil de consumidor. Más allá de consumir el producto tienen una mayor conciencia y compromiso con el medio ambiente, la nutrición, la salud y con todo lo que sea sustentable. Estos consumidores particularmente en Argentina han crecido pero nuestro país todavía sigue teniendo un segmento pequeño con este interés”.