Al momento de pensar en algún evento formal, te presentamos los consejos de un experto para poder lucirte con la colocación y elección de las copas para ese momento.
Cambia todo cambia, ya lo dice la canción. Y en el mundo vitivinícola, el cambio y la evolución es una de las constantes, no solo si nos referimos a la bebida puntualmente, sino que también si hablamos de todo lo que rodea la experiencia de tomar un vino. En este sentido, la copa donde nos servimos cada etiqueta es un aliado esencial para potenciar las cualidades sensoriales de cada botella, por eso elegir la indicada para la ocasión suele ser importante. Pero, ¿cómo sabemos cuál tenemos que usar? Bueno, como dijimos, sobre esto también hay algunos cambios.
La idea de que el vino sólo se puede disfrutar en un sofisticado ambiente y con todas las pretensiones posibles es algo que ha quedado en el pasado, como bien sabemos. Pero sí existen algunos detalles que nos pueden ayudar a tener una mejor experiencia y a usar todos nuestros sentidos al momento de degustar y beber, uno de esos es el recipiente donde tomamos, o mejor dicho, la copa.
De los varietales a la edad: cuál es el factor clave para elegir la copa
Hasta hace unos años era típico tener una copa para cada varietal, pero eso ha cambiado. Cecilia Ruíz, directora de R Cristal, empresa mendocina de cristalería de alta gama líder en el sector, comentó que hay una tendencia mundial en la que se busca elegir la copa dependiendo si es para vinos añejos o jóvenes. Incluso, la separación de tintos y blancos ha quedado de lado en esta concepción.
“Yo apruebo bastante esto, porque, primero, nos ha simplificado el hecho de no tener una copa para cada varietal, lo que condicionaba mucho. Si bien es una realidad que el formato de la tulipa y de la boca nos van a ayudar a que algunos varietales se expresen mejor, esto nos condiciona mucho en el disfrute. La tendencia es ir a algo más general y pensar en el diseño de una copa que pueda dar rápido algo básico y fundamental como la apertura y aireación del vino”, manifestó Ruiz.
Las diferencias entre una y otra copa se dan a nivel estructural. Todas las copas se dividen en tres partes: base, pierna y tulipa. Es en esta última donde se sirve el vino y donde se van a dar las diferencias entre las que se usan para vino añejo y vino joven. A su vez, en la tulipa podemos señalar, de arriba hacia abajo, la boca, el ecuador y el final. La primera es por donde bebemos, el segundo es el punto más ancho de la tulipa y hasta donde debería servirse una copa, mientras que el tercero sería la base donde cae el líquido. La distancia entre en ecuador y la boca es la cámara aromática, donde se desarrollan todos los aromas, mientras más alta es, más aromas podrán percibirse, tal como lo explicó Cecilia Ruiz.
“Las copas de vino añejo son más triangulares y tienen forma más parecida a un decanter. La capacidad desde el ecuador hacia el final, donde se servirá el líquido, es ínfima, porque lo que se busca es airear rápido y tener cámara aromática, lograr el efecto de un decanter con mucha capacidad para desenvolver el vino. En tanto, para los vinos más jóvenes lo que buscamos es que, si bien siempre se va a respetar que la capacidad de llenado sea chica, la cámara aromática sea más alta, porque estos vinos desarrollan aromas distintos, como en capas”, detalló la especialista.
Ruiz también comentó que en las copas pensadas para vinos añejos también se puede servir uno joven, pero no a la inversa, ya que en el segundo estilo de copas, donde el ecuador suele estar más arriba, no se va a producir una decantación rápida y nos va a llevar a perdernos una parte importante de ese vino.
Sobre esta concepción para la elección de las copas coincidió Laurent Chignon, director de la marca internacional Chef & Sommelier y Mejor Sommelier de Asia en 2018. En su diálogo con Los Andes destacó que en su caso no diseñan las copas según el varietal, sino por el tipo de vino y su edad: maduros, jóvenes o bio. Pero también por la base: espumoso, tinto (suaves, tánicos, etc.) o blancos.
Esta marca está dedicada a profesionales del vino (es una de las más usadas en el mundo en restaurantes, bares y bodegas) y también a los amantes de los vinos que utilizan las copas para las catas. “En ambos casos, los profesionales y amantes del vino saben que existe una clara relación entre la forma de la copa y el vino y que es muy importante seleccionar y utilizar la forma y el tamaño de copa adecuados en función del tipo de vino que se servirá y se beberá”, destacó.
La copa flauta, algo del pasado
La categoría de espumosos, tradicionalmente, tenía una copa distinta a la del resto de los vinos, pero esta idea también es algo pasado de moda. Tal como lo explicaron los expertos, hoy se los considera como cualquier otro tipo de vino y la conocida “copa flauta” no es la mejor aliada para poder disfrutar de todas las características que pueden ofrecernos.
“Han pasado a servirse en las copas de vinos jóvenes. Antes se los pensaba solo para el brindis, por lo que la copa flauta estaba solo pensada para ver el viaje de la burbuja de forma vertical, que era lo que se esperaba de estos vinos”, sostuvo Ruiz. “Para el consumidor pasó a ser importante el vino en sí, por eso necesitás una copa para poder apreciar todas sus características”, sumó.
En el caso de Chef & Sommelier, hace un año lanzaron al mercado una colección dedicada íntegramente al vino espumoso. “Estas copas son híbridas. Me refiero a un buen equilibrio entre una flauta y una copa de degustación. Cerca de una flauta para ser elegante, delgada y esbelta. Pero con un recipiente ancho como una copa de degustación para tener una buena cámara aromática para percibir bien el sutil sabor del vino espumoso”, describió Laurent. “Además de eso, desarrollamos para esas copas un tratamiento efervescente patentado que realzará las burbujas y, por lo tanto, los aromas del vino”, añadió.
Cuál es la copa preferida de los argentinos y cuánto vale
Si bien, como hemos estado hablando, la elección de una copa para un varietal ha quedado en desuso, Laurent Chignon explicó que al hablar del Malbec lo que recomiendan es “copas de gran capacidad y que tengan amplia cámara aromática para que el vino se vaya expresando bien”.
En el mundo y en el caso de esta empresa, lo más vendido es la copa de Cabernet, especialmente en las capacidades de 470 cc y 350 cc. “Estamos vendiendo millones de piezas en todo el mundo y su gran éxito se puede explicar por tres factores: su diseño, sencillo, atemporal, convencional. Tan aceptado en países conservadores pero también en uno más avanzado; su forma, que la hacen muy polivalente sea cual sea el vino; su calidad, elaborada en cristal, pero lo suficientemente resistente para ser utilizado en restaurante, bares, etc.”, opinó Chignon.
En el caso de Argentina, Cecilia Ruiz contó que la más elegida por consumidores y profesionales es la que antes se consideraba para el Malbec. “Hay una copa que es la emblemática y la que vemos en todos lados que es la copa gota, la de Malbec. Esa es la que ha dominado el mercado, pero no sería la indicada. Si bien es la que más vendemos, con esta nueva tendencia no es la mejor”, sostuvo.
¿Cuál sería la copa ideal hoy en día? “Si queremos apreciar todas las características del vino hoy la que mejor se adapta es la copa triangular, la que más buscan las bodegas que quieren enfatizar las líneas premium. Este es un formato aprobado por la Asociación Mundial de Sommeliers y con la que se hacen las catas”, respondió Ruiz.
En este sentido, la más buscada en Argentina, la Copa Bordeaux Cristal de 600 cc tiene un valor aproximado de $1.535. Mientras que la Copa Reveal Up 450 cc, la para vinos más añejos, cuesta $5.430 y la Copa Reveal Up 400 cc, la de vinos jóvenes, $5.280. Todo según los valores de R Cristal al mes de mayo de 2022.
Guía para ordenar las copas en una comida y no fracasar en el intento
La experiencia del vino, como lo mencionamos, puede completarse de muchas maneras, una de ellas a través de la gastronomía. Es por eso que en esta oportunidad sumamos una serie de consejos para poder potenciar este maridaje con el correcto uso de las copas y el servicio durante una comida.
Pablo Colina, sommelier y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS), detalló que lo más importante al momento de elegir copas para una comida formal es que sean con tallo y de cristal. “Hay marcas que elaboran copas de diferentes formatos dependiendo estilos de vinos o varietales, si no contamos, por ejemplo con una copa para una variedad específica, lo ideal seria poner una copa para vinos blancos que suelen ser un poco más pequeñas para conservar temperatura y resaltar los aromas y otra genérica para vinos tintos más amplia donde logramos mayor oxigenación y expresión aromática”.
Al momento de ubicarlas en la mesa, el sommelier ponderó que la organización para acompañar un menú con diferentes vinos debe ser de izquierda a derecha, siendo la primera de la izquierda la que se sirve primero, continuando con el servicio en ese orden hasta la última copa más a la derecha.
Algo que puede surgir en estas ocasiones es no contar con la cantidad de copas que puede requerir una comida de pasos. “Si solo tenemos una copa y son varios vinos lo ideal es tener agua mineral y enjuagar cada copa entre vino y vino. La otra opción, es avinar la copa con una pequeña cantidad de vino a servir posteriormente, y si son vinos que aumentan en intensidad a veces no es necesario los pasos anteriores si en la copa no quedó resto del que se sirvió anteriormente”, dijo el experto.
Para determinar el orden en el que los vinos serán servidos, Colina expresó que lo ideal sería ir del más fresco y ligero al más complejo. “Si hay blancos se servirán primero, luego los rosados y luego los tintos”. Aún así aclaró que puede haber excepciones: “Por ejemplo si incorporamos en el menú un rosado bien ligero y fresco puede servirse antes de un blanco con gran volumen , por ejemplo un chardonnay con crianza en barricas de roble”.
“En cuanto a los tintos también de los frescos y jóvenes a los complejos, eso también depende la variedad ya que un Pinot Noir o una Criolla irían primero. Otra característica sería si tienen crianza en barrica o no. Podemos fijarnos en la añada sirviendo primero los vinos más jóvenes a los más añejos, no solo por el cuerpo sino por la complejidad adquirida con los años de guarda”, completó.