Attilio Pagli: “Hace 30 años el Malbec tenía todo lo que le faltaba a los otros varietales”

Attilio Pagli: “Hace 30 años el Malbec tenía todo lo que le faltaba a los otros varietales”
Attilio Pagli estuvo en Mendoza y habló sobre el malbec, sus vinos y más. - Foto: José Gutierrez / Los Andes

El enólogo italiano, uno de los más reconocidos en el mundo y uno de los pioneros con la cepa en nuestro país, pasó nuevamente por Mendoza y charló con Los Andes.

Por esas cosas de la vida, lo que empezó como un simple asesoramiento para un viñedo de sangiovese (que al final no era tal), terminó siendo uno de los hechos más trascendentales de la vitivinicultura argentina. Hace 30 años, Attilio Pagli, reconocido enólogo italiano, llegó a Mendoza convocado por Catena Zapata para trabajar con la cepa tana. Pero su trabajo inicial se vio frustrado por la falsa identidad del viñedo y encontró en Argentina algo con lo que entretenerse: el malbec.

Considerado uno de los pioneros en la cepa emblema -ya que comenzó a trabajarla cuando aquí todavía no se le daba la importancia que hoy tiene y hasta se estaban levantando algunos viñedos-, Pagli hoy sigue viajando al país tres veces al año (marzo, julio/agosto y noviembre) para hacer el seguimiento de los proyectos que asesora, los únicos que preservó a lo largo de su carrera fuera de su italia natal -donde acompaña a 38 bodegas-, y para visitar su propio establecimiento, Alto Las Hormigas.

Fue en Martino Wines, donde comenzó a colaborar en 2008 por su amistad con Hugo Martino, el propietario de la bodega, que el hombre de 61 años recibió a Los Andes para hablar sobre el malbec, el trabajo que desarrolla actualmente, el futuro de la vitivinicultura argentina y más.

Attilio Pagli es uno de los enólgos más reconocidos del mundo. - Foto: José Gutierrez / Los Andes
Attilio Pagli es uno de los enólgos más reconocidos del mundo. - Foto: José Gutierrez / Los Andes

- ¿Cuál fue su primer viaje a Argentina?

- Fui contactado por Catena Zapata para asesorarlos en la producción de un sangiovese en el año 1993. En marzo de ese año llegué y fuimos a ver este viñedo que tenía que ser sangiovese y resultó que no lo era, ni sé qué era. Entonces arreglamos para hacer algo con otra uva y elegí trabajar con el malbec que me gustó muchísimo. Era un viñedo de la empresa en Lunlunta y ahí empezó todo.

- ¿Por qué decidió quedarse solo con los asesoramientos de Argentina?

- He asesorado por muchos años en varias partes del mundo. En el año 1998, cuando hacía poco había nacido la primera de mis hijas, dejé hacer algunos asesoramientos internacionales porque quería estar con ella. En el 1999 nació la segunda y no había manera de retomarlos. Hasta 2006/2007 no hice nada fuera de Italia, salvo en Argentina, porque tenía Altos Las Hormigas, la bodega de la que soy uno de los tres socios. Tenía que venir para eso sí o sí, por eso decidí asesorar algunos proyectos, pero en el resto del mundo dejé.

- Por más que hace más de 20 años no hace asesoramientos internacionales, su nombre es reconocido en todo el mundo, incluso Decanter lo ha reconocido entre los 10 enólogos más influyentes del mundo. ¿Cuánto ha influido eso en su vida?

- En realidad, no me parece mucho más de lo que realmente es. Para mí, hago un trabajo que me gusta muchísimo y tengo la suerte de levantarme todas las mañanas entre las 5.30 y las 6.30 desde 1983 y no he tenido una madrugada que me haya pesado. Eso es una suerte. Si soy uno de los más conocidos en el mundo de la enología y el vino, no lo sé. Lo que sí sé es que ese mundo es muy chiquito. Entonces, ser famoso en el mundo de la enología no es algo que te cambia la vida. Es algo que me gusta, sinceramente, he trabajado y trabajo haciendo vino toda la vida, pero no es algo que me haya incluido. Tampoco si el día de mañana todo esto se va, no me corto la venas, algo haremos.

- Vino por el sangiovese, pero se quedó por el malbec, ¿qué fue lo que vio que los productores argentinos no estaban viendo en ese momento?

- En primer lugar, me encantó su fruta. Era muy intensa y pura que no era fácil en ese momento encontrarlo en otra cepa alrededor del mundo. También me llamó la atención sus taninos redondos y dulces, que hace 30 años era algo que no existía. Toda la uva con la que trabajaba en Europa u otros lugares era con mucho tanino y agresivos. Entonces había que trabajar muchísimo para tener un vino delicado. Con el malbec parecía todo simple. Todo lo que le faltaba a los otros varietales, en ese momento lo tenía él. Después hemos visto que eso no es suficiente, obviamente. Era una variedad con mucha simpleza.

El italiano es considerado uno de los padres del Malbec. - Foto: José Gutierrez / Los Andes
El italiano es considerado uno de los padres del Malbec. - Foto: José Gutierrez / Los Andes

- ¿Qué cambió en el malbec en estos 30 años?

- Ha cambiado muchísimo, porque ha cambiado el mundo del vino. En los años ‘90 se buscaba vino con muchísimo color, con mucho tanino redondo y con madera nueva. Ese era el estilo. Pero hoy se busca un vino un poco más elegante, con una acidez más pronunciada, una frescura distinta y un aporte de la madera menos intenso. Eso ha hecho que cambie la idea de la cosecha también. Antes tenía que ser la más tardía que se podía y hoy se tiene a hacerlo más temprano. Son muchos los cambios, por suerte, porques sino sería aburrido.

- En el mundo del vino es recurrente la discusión de quién fue el “descubridor” del malbec y se lo menciona a usted y a Michel Rolland. ¿Qué opina sobre el tema?

- Es un tema que siempre me plantean. En la naturaleza se necesitan dos para tener un hijo. Se puede decir que somos los dos. Realmente no sé quién fue el que hizo el primer malbec 100%. Tampoco es algo que me interesa y no me voy a poner rojo por saber si mi malbec salió un día antes o un día después.

- ¿Cuál es el aporte que hace como enólogo en cada uno de los proyectos que asesora?

- Espero que sea la posibilidad de ayudar a los productores que logren su propio vino. No me gusta pensar que tengo un estilo. Yo tengo un conocimiento, espero -risas-, y busco que eso pueda ayudar a los productores con los que trabajo a hacer plasmar su propia idea en el vino.

- ¿Cómo es la ayuda que brinda en Martino?

- Hay distintas líneas. Hay algunos como Molteni que son de corte y donde buscamos la frescura, la fruta… vinos modernos, como se dice ahora. En otra como Baldomir tenemos un estilo un poco más años ‘90, pero que le gusta muchísimo a Hugo y él es el dueño . Son vinos con más estructura, más madera.

Cada año buscamos algo distinto. En términos de terroir, cada año estamos buscando uno diferente, sobre todo en malbec. Ahí tenemos una línea con distintos ejemplares de Vistalba, Chacayes y otro de Altamira. Se explora otra cosa. Este año estamos empezando a trabajar con un chardonnay, que no es algo nuevo, pero vamos a tratar de interpretarlo como un vino complejo, aunque con frescura. Veremos si se da en realidad.

- Así como hace 30 años vio el malbec, ¿qué ve para el futuro del vino argentino?

- Creo que, como en todo en el mundo, hay una búsqueda de lugares y terroir. Veo un trabajo más fuerte en el estudio del suelo, de dónde plantar, de cómo plantar, cómo regar. Creo que eso será el futuro más importante y difícil, porque no es fácil interpretar todo eso.

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