Una pregunta habitual entre aquellos que se inician en el mundo vitivinícola e incluso entre los apreciadores más experimentados.
Las bodegas de todo el mundo siguen un patrón general para el proceso de elaboración del vino, lo que nos lleva a preguntarnos cuántas uvas son necesarias para producir esta noble bebida. Comprender este aspecto requiere recordar los pasos involucrados en la vinificación.
La cosecha y selección de las uvas, ya sea manualmente o de manera mecánica, es el primer paso. La cantidad dependerá de diversos factores, como el rendimiento y el momento de la cosecha en cada bodega.
Luego viene el despalillado, donde las uvas se separan de los tallos y hojas. Posteriormente, se lleva a cabo la maceración, donde el líquido absorbe los componentes de la piel de la uva, determinando características como color y taninos. La fermentación alcohólica ocurre luego en diferentes recipientes, seguida a veces de la fermentación maloláctica para reducir la acidez.
El proceso concluye con la clarificación para eliminar impurezas, estabilización y, opcionalmente, la maduración. La assemblage, mezclando distintas uvas, y la posterior filtración y embotellado, cierran el ciclo de producción.
Pero ¿cuántas uvas se necesitan para una botella de vino? Según la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), se estima que se necesitan entre 1,3 y 1,5 kilos de uvas para producir 1 litro de vino.
Para una botella estándar de 750 ml, aproximadamente 1 kilo sería suficiente. Pero, ¿existe diferencia de cantidad según el tipo de vino? Sí, para los vinos blancos se requiere un poco más de uva: alrededor de 1,6 kilos por litro. Esto se debe a que las cáscaras de las uvas, que se descartan en la producción de vinos tintos, se utilizan en la elaboración de vinos blancos.
Con tanta uva disponible en 750 ml o 1 litro de vino, es muy importante aprender a conservar la etiqueta y todo el sabor proporcionado por la fruta.
La conservación del vino también es crucial para mantener su calidad. Es importante almacenarlo en lugares con temperatura entre 12 y 16 °C, alejados de la luz y bien ventilados.
Si se va a almacenar por mucho tiempo, es preferible colocar las botellas en posición horizontal, mientras que si se consumirá en un corto plazo, no hay problema en mantenerlas en posición vertical.