Algunos varietales que dan cuenta de que también se puede disfrutar el vino en verano.
Aunque el vino es una bebida versátil que se adapta a cualquier estación del año, es innegable que existen varietales y temperaturas específicas para cada época. Mantener la temperatura adecuada para cada tipo de vino es crucial para optimizar sus sabores y aromas. Según las recomendaciones del grupo de bodegas de Molinos Río de la Plata, que incluye a Cadus Wines, Ruca Malen y Nieto Senetiner, se aconseja seguir ciertos principios.
En primer lugar, es fundamental mantener la cantidad de frío ideal para cada varietal, contribuyendo así a realzar sus cualidades. Los espumantes, por ejemplo, deben servirse entre 6 y 8 grados Celsius, mientras que los vinos blancos se aprecian mejor entre 8 y 10 grados. Por su parte, los rosados encuentran su punto óptimo de consumo a una temperatura de 10 a 12 grados, y los tintos jóvenes, alrededor de 14 grados.
Además, se destaca la importancia de tomar la copa del tallo para evitar que el calor de las manos afecte la temperatura del vino. Siguiendo esta guía, también se recomienda servir volúmenes moderados por copa para evitar que el vino alcance la temperatura ambiente. Es preferible rellenar la copa directamente desde la botella almacenada en una frapera, manteniendo así la temperatura ideal durante todo el servicio. En el caso de vinos dulces, se aconseja disfrutarlos a la temperatura más baja del rango sugerido.
En días calurosos, la elección del varietal se convierte en un factor clave para una experiencia más placentera. Los blancos Sauvignon Blanc, Semillón y Chardonnay son opciones refrescantes, al igual que los tintos Criolla, Pinot Noir, Merlot y Malbec livianos. Más allá del tipo de uva, se recomienda optar por vinos de baja complejidad.
La versatilidad del vino se expande al incorporarlo como ingrediente en cócteles durante la temporada estival. Un Sauvignon Blanc fresco y seco, por ejemplo, se fusiona armoniosamente con frutos del bosque, realzando la intensidad de los sabores. De manera similar, la combinación de Chardonnay con pomelo logra suavizar las notas más fuertes de la fruta, creando un cóctel suave y agradable.
El Chardonnay, así como el Torrontés, se pueden utilizar como materias primas para un refrescante clericó. Basta con mezclarlos con frutas en una jarra con hielo y dejar reposar unos minutos antes de servir. La experimentación no tiene límites, y los tintos también pueden ser protagonistas en combinaciones inusuales, como mezclarse con gaseosa de limón, rodaja de naranja y hielo, creando un trago ideal para una tarde calurosa.
Para los amantes de los clásicos, el espumante brilla en el conocido Mimosa, una mezcla elegante de una parte de espumante con una parte de jugo de naranja, servido en una copa flauta. Esta opción refrescante y burbujeante es perfecta para brindar un toque de sofisticación a cualquier ocasión.
En conclusión, la experiencia de disfrutar del vino va más allá de la simple elección de la bebida; implica considerar la temperatura, el varietal y, en ocasiones, la creatividad al incorporarlo en cócteles. La versatilidad del vino permite adaptarse a cada estación, ofreciendo una amplia gama de opciones para satisfacer los gustos más exigentes.