Día del Enólogo mendocino: secretos de la profesión por los propios hacedores del vino

Celebración del Día del Enólogo mendocino, con los hacedores del vino.
Celebración del Día del Enólogo mendocino, con los hacedores del vino.

El 5 de mayo se conmemora en Mendoza el Día del Enólogo, aquella personas que forman un gran pilar para crear esta bebida magnífica que une las personas e invita a compartir.

Todos los 5 de mayo, desde el año 2005, se celebra en Mendoza el Día del Enólogo. Lo curioso es que para los hacedores del vino no hay un solo día de su profesión, sino que tienen dos días más. Esta conmemoración exclusiva para los trabajadores de la provincia fue reconocida porque un día como hoy, pero de 1897, se creó por decreto del Ministerio de Educación Pública de la Nación la Escuela de Vitivinicultura en Mendoza. Este lugar fue muy importante en la historia vitícola del país ya que es donde se graduaron los primeros profesionales de la vitivinicultura de Argentina y de Latinoamérica.

En uno de sus días conversamos con los creadores de esta bebida que conocemos como vino. Entre ellos se destacan Santiago Palero de Bodega Atilio Avena, Alejandra Riofrio de Navarro Correa, Federico Vargas de Bodega Tierras Altas y Sebastián Bonfanti de Bodega Bonfanti.

Santiago Palero de Atilio Avena eligió enología tras conocer sobre ella mientras estaba en 5to año del secundario. El test vocacional le daba para carreras técnicas, le había gustado veterinaria y después ciencias agrarias. En su casa siempre estuvo la tradición de tomar vino desde chico con su abuelo, quien les hacía el famoso sodeado, así fue como aprendió a tomar vino. Influenciado por conocer la carrera, las idas al viñedo y el ambiente, fue que terminó decidiéndose por esta profesión.

Santiago Palero, enólogo Atilio Avena.
Santiago Palero, enólogo Atilio Avena.

De parte de Alejandra Riofrio de Navarro Correas, desde muy chica siempre fue determinante con mis ideas. Con apenas 16 años hizo una pasantía de secundario en una bodega para saber de qué se trataba la industria y ahí se dio cuenta que le encantaba. “El hecho de estar ahí barajando, palpitando, probando vinos fue lo que me inclinó a elegir enología”, comenta.

Alejandra Riofrio, enóloga Navarro Correas.
Alejandra Riofrio, enóloga Navarro Correas.

Federico Vargas de Tierras Altas admite que no descubrió la vocación a temprana edad sino que fue de adulto. Fue allí cuando notó que era amante de la naturaleza, la química, la biología y no se veía bajo ningún punto haciendo trabajos en una oficina. A esta claridad sobre lo que quería para su vida se sumó su historia familiar y el haberse criado entre fincas, escuchando historias de vinos. Prácticamente se dio de manera natural que él hoy esté entre los viñedos y la producción.

Federico Vargas, enólogo Tierras Altas.
Federico Vargas, enólogo Tierras Altas.

Sebastian Bonfanti, que pertenece a la bodega que lleva su nombre, es Ingeniero Agrónomo de profesión pero se desempeña como enólogo debido a que es una rama que se ve en esa carrera. La enología llegó a su vida como parte de darle un valor agregado a las uvas que la familia de viñateros tiene desde hace varios años. Su desafío con el vino se dio en 2004 junto a su padre, madre y su hermano, ese año comenzaron con pequeñas partidas de vinos con el objetivo de valorizar el esfuerzo de su bisabuelo, que fue el pionero de las plantaciones.

Sebastian Bonfanti, ingeniero agrónomo y enólogo de Bonfanti.
Sebastian Bonfanti, ingeniero agrónomo y enólogo de Bonfanti.

Los enólogos nacidos y criados en la tierra del sol y de buen vino hablaron con Los Andes acerca del camino que han recorrido en su profesión y lo que significa para ellos ejercer esta labor que hace una de las bebidas por la que somos reconocidos a nivel internacional. Una de las preguntas fue qué era lo que más le gustaba de ejercer su profesión.

“Lo que más me gusta de esta profesión es la transformación que ocurre con la materia prima que es la uva. Que se transforma en un líquido qué hay que tratar de que sea agradable, bebible, tomable para la mayor cantidad de gente posible. El buscar que esa transformación sea lo más adecuada es lo que más me apasiona y me lleva a seguir investigando, conociendo, buscando”, comenta Santiago Palero.

“Como todas las profesiones tiene sus altibajos, sus momentos de sacrificio, pero lo bueno que tiene esto es poder compartir los resultados del trabajo que uno hace con el mundo. El vino es el abre puertas a todas las relaciones, te ayuda a estar en contacto con el mundo y el compartir es lo que más me gusta, destaca Alejandra Riofrio. La enóloga comparte esta misma profesión con su marido y destaca mucho el poder compartir una copa y disfrutar del trabajo que realizan diariamente. También afirma que es una profesión que permite el trabajo en equipo, lo que hace la tarea mucho más llevadera.

Para Federico Vargas lo que más le gusta es: “La creatividad, los días siempre diferentes, estar siempre en movimiento y con nuevos desafíos a cada momento”.

“Lo que más me apasiona es tener esa combinación, ese proceso continuo. Todo lo que yo puedo modificar en el viñedo, poderlo ver como se ha ido comportando en cada uno de los vino que vamos obteniendo de estas micro parcelas. Porque lo más interesante que tenemos como pequeña empresa es tener pequeñas parcelas en 15 hectáreas que nos permiten jugar un poco más y que después nos da vinos de cortes o te permite un Gran Malbec de distinta zona”, señala Sebastián Bonfanti.

Sacrificio y esfuerzo de la profesión

Mendoza permite que cada uno de estas figuras del vino pueda gozar de su trabajo y dedicarse a hacer lo que verdaderamente les gusta. Pero claro que todo el proceso, desde la plantación hasta la vinificación del producto final tiene su esfuerzo y sacrificio. Alejandra, por ejemplo, vive su trabajo como un disfrute desde su concepción. Todo el proceso que conlleva hacer un vino y su evolución la llena de mucha energía. Ella destaca la cosecha y el rol de los enólogos como artesanos, ese momento de crear cada uno de los vinos.

Cosecha y proceso en bodega, imagen ilustrativa.
Cosecha y proceso en bodega, imagen ilustrativa.

En cuanto a lo sacrificado de la profesión, Santiago pone también a la cosecha como el momento de mayor esfuerzo. Se trabaja de lunes a lunes, hay que estar muy atento al vino, hacerle los análisis y controlar todo para que salga el mejor producto. Federico, por su parte se suma a las etapas de cosecha y del fraccionamiento. Donde las familias y amigos saben que desaparecen de cualquier plan para enfocarse en el trabajo.

Para Sebastián no es un trabajo lo que hace, sino que es un placer ver el proceso en forma contínua desde el viñedo hasta la botella final. Admite que se levanta pensando en uvas, vinos o desarrollo de nuevos productos. Su visión de sacrificio lo nota más del lado de la gente que acompaña a los enólogos, como sus familias, quienes los apoyan y soportan tal vez no verlos por mucho tiempo.

Una de las consultas hechas a los hacedores fue si podrían vivir sin tomar vino y es algo en lo que todos coincidieron. La respuesta fue un rotundo no. Muchos describen este acto como un pleno disfrute, otros se suman con un sentimiento de compartir algo que aman con sus seres queridos. El vino para estos enólogos es su vida, no solo por el crédito de sus creaciones, sino por la pasión que tienen por esta bebida que une a todos en un momento.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

COMPARTIR NOTA