El ritual se repite cada año y muchos noruegos pasan un mes durmiendo en la calle para poder conseguir una de las pocas botellas de un vino exclusivo.
Un fenómeno poco común, pero cada vez más familiar, se repite en Oslo, fuera del Vinmonopolet, el autoservicio encargado de la venta de alcohol en el país, uno de los establecimientos más emblemáticos de Noruega.
Esto se debe a la devoción que despiertan los vinos de Borgoña entre los amantes del vino noruegos, quienes están dispuestos a soportar temperaturas extremadamente bajas con la esperanza de agregar a sus colecciones algunas de las botellas más codiciadas del mundo, la legendaria Romanée-Conti Grand Cru.
Este año, desde el mismo 1 de enero, los entusiastas seguidores de estos vinos se congregaron frente a la tienda principal del Vinmonopolet en el barrio de Aker Bryggeen Oslo, equipados con tiendas de campaña, juegos de mesa y, por supuesto, una buena dosis de paciencia.
La razón de esta espera prolongada radica en el sistema de venta “el primero en llegar, el primero en ser servido”, que promete a los más afortunados en la fila la oportunidad de adquirir auténticos tesoros enológicos.
La mano del Estado
Es importante destacar que Vinmonopolet es una empresa pública en Noruega y tiene el monopolio de todas las ventas de alcohol al por menor en el país, lo que significa que no es posible comprar legalmente cervezas, vinos, licores o RTD en ningún otro establecimiento.
Operando más de 300 tiendas en toda Noruega, además de una tienda en línea, es el epicentro para los entusiastas del vino en busca de sus preciadas botellas.
Entre las joyas más preciadas que se buscan en estas largas vigilias se encuentran los grandes crus de Domaine de la Romanée-Conti (DRC) y Domaine Armand Rousseau, botellas que en el mundo del vino son consideradas casi como santos griales. La disposición a soportar temperaturas de hasta -20ºC demuestra el compromiso y la pasión de estos aficionados por el vino, ansiosos por experimentar o coleccionar una parte de la historia y la tradición vinícola de Borgoña.
Este año, la espera culminó el 1 de febrero, día en que Vinmonopolet lanzó su venta anual de vinos de Borgoña. Más que un mero trámite, esta espera se convierte en una experiencia comunitaria, con hasta 200 personas congregándose en el punto álgido de la espera, compartiendo historias, experiencias y, por supuesto, el amor por el vino.
La venta de este año incluyó tres botellas de Romanée-Conti Grand Cru 2020 a un precio de 80.000 coronas noruegas (aproximadamente 7.000€) por unidad, un precio que refleja la calidad excepcional y la rareza de estos vinos. Aunque para muchos pueda parecer una inversión exorbitante, para los verdaderos amantes del vino, la oportunidad de poseer una obra maestra de la vinicultura justifica este desembolso, considerando además que Romanée-Conti es casi el único vino del mundo que garantiza la revalorización de su precio con el tiempo.
La práctica de acampar frente a Vinmonopolet se ha convertido en un ritual anual para algunos, demostrando que más allá de la compra, lo que se cultiva en estas largas noches bajo el cielo invernal es una comunidad de aficionados que comparten una pasión inquebrantable por el vino. Este fenómeno, aunque pueda parecer extremo, es un testimonio de la profundidad y la riqueza que el mundo del vino ofrece a quienes están dispuestos a sumergirse en él. Se trata de perseguir experiencias únicas, de apreciar la historia y la tradición que cada botella encierra, y de celebrar la cultura del vino en su máxima expresión.