Cómo influye el suelo en el sabor, el aroma y la el color del vino: todos los secretos

El suelo desempeña un papel fundamental en la calidad del vino.
El suelo desempeña un papel fundamental en la calidad del vino.

El tipo de suelo en el que crecen las vides influye decisivamente en el vino que se produce. Te damos algunos ejemplos de los suelos más característicos de las zonas vitivinícolas de Argentina.

El suelo desempeña un papel fundamental en la calidad del vino, ya que actúa como el hogar de las vides y proporciona los nutrientes esenciales para su crecimiento. La diversidad de suelos contribuye a las características distintivas de sabor, textura y aroma en los vinos.

La clasificación de los suelos según su textura, composición, acidez, drenaje y capacidad de retención de agua y nutrientes influye en la forma en que las vides se desarrollan y en el resultado final del vino.

Vinos y suelos
Vinos y suelos

En el mundo del vino, la textura del suelo juega un papel crucial. Los suelos arenosos, por ejemplo, promueven vinos ligeros, suaves y aromáticos con baja acidez, mientras que los suelos arcillosos dan lugar a vinos potentes, estructurados y tánicos. Los suelos calcáreos aportan elegancia, frescura y mineralidad a los vinos, equilibrando la acidez de las uvas.

Diferencia de suelos

Los suelos calcáreos o calizos, caracterizados por su alta proporción de sales calcáreas, influyen en la vid reduciendo su vigor y favoreciendo un equilibrio natural en el crecimiento y producción de uvas. Los vinos resultantes son secos, con personalidad, mineralidad, buen contenido alcohólico y baja acidez.

En cambio, los suelos arcillosos, con una elevada proporción de arcilla, retienen eficientemente agua y nutrientes, dando lugar a vinos estructurados, con cuerpo, taninos y aromas intensos y elegantes.

Los suelos pedregosos, ricos en piedras o gravas, ofrecen buena permeabilidad y drenaje, evitando el exceso de humedad y favoreciendo el estrés hídrico de las vides. Los vinos resultantes son limpios, francos, con buena graduación alcohólica, frutosidad y matices minerales.

En contraste, los suelos arenosos, con alto contenido de arena, calientan y enfrían rápidamente, propiciando una maduración ágil de las uvas y resultando en vinos aromáticos, finos y ligeros, aunque con menos estructura en boca y menor carga tánica.

Los suelos francos, una mezcla de arena, limo y arcilla, son permeables y pobres, favoreciendo el cultivo de la vid, pero también pueden generar vinos menos intensos en color y sabor.

En resumen, elegir el tipo de suelo adecuado para el cultivo de las vides es esencial para los productores de vino, ya que influye directamente en la calidad del producto final. Suelos bien drenados, ricos en nutrientes y con características específicas según la región son los más deseados para la producción de vinos excepcionales y únicos.

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