Lo dice la ciencia: no se puede distinguir entre vinos “baratos” y “caros”

Los humanos no pueden distinguir a ciegas entre un vino barato y uno caro. - Foto: Mariana Villa / Los Andes
Los humanos no pueden distinguir a ciegas entre un vino barato y uno caro. - Foto: Mariana Villa / Los Andes

Experimentos científicos han comprobado que los humanos son incapaces de reconocer a ciegas la calidad de un vino y su valor real.

Las investigaciones científicas en torno al vino han demostrado varias cosas, por ejemplo, que su consumo moderado tiene múltiples beneficios para la salud. Ahora una serie de experimentos psicológicos han demostrado que los humanos son incapaces de distinguir a ciegas de un vino “barato” y uno “caro”. Incluso, el saber el precio de cada etiqueta puede influir de manera notable en la percepción de cada copa.

El psicólogo Richard Wiseman realizó un sencillo estudio sobre vino del que participaron más de 600 personas. Todos probaron una gran variedad de botellas compradas en el supermercado, desde un vino de Burdeos de U$S 5 a un champagne de U$S 50. El experto les pidió que eligieran cuál era el más caro, pero solo el 53% de las veces pudieron elegir de manera correcta, lo que lo transforma en una oportunidad aleatoria.

Asimismo, los vinos de Burdeos tuvieron un peor desempeño, ya que el 61% eligió un vino de “inferior calidad” como la selección más cara por sobre los franceses.

A ciegas es imposible distinguir entre un vino caro y uno barato.
A ciegas es imposible distinguir entre un vino caro y uno barato.

Más evidencia

Pero la falta de relación entre el precio y la calidad ha quedado demostrada en varias ocasiones. Otro ejemplo es el estudio “¿Los vinos más caros saben mejor? Evidencia de una amplia muestra de cata a ciegas”, donde los investigadores demostraron que las personas que desconocen el precio no disfrutan más de un vino más caro.

La muestra se hizo con más de 6.000 catas a ciegas, donde encontraron que la correlación entre el precio y la calificación general es pequeña y negativa. “Nuestros resultados indican que tanto los precios de los vinos como las recomendaciones de vinos por parte de expertos pueden ser malas guías para los consumidores de vinos no expertos”, aseguraron.

Un tercer ejemplo es la investigación realizada por neuroeconomistas en Caltech. En este experimento se realizó una cata de vino donde 20 personas probaron cinco Cabernet Sauvignons que se distinguían únicamente por su precio de venta al público, con un precio que oscilaba entre los U$S 5 y U$S 90.

Pese a que a la gente se le dijo que eran cinco vinos distintos, en realidad solo había tres diferentes. Es decir, se servían los mismos pero con etiquetas diferentes. Por ejemplo, el primer vino que se ofreció durante la degustación (era una botella barata de Cabernet californiano) se etiquetó como un vino de $5 (su precio minorista real) y como un vino de $45 dólares, un recargo del 900 por ciento.

Todos los vinos tintos se bebieron dentro de una máquina fMRI. Tal como se esperaba, los sujetos aseguraron que los vinos caros eran mejores. Al realizar la cata de vinos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional (las bebidas se sorbieron a través de una red de tubos de plástico), los científicos pudieron ver cómo respondían los cerebros de los sujetos a los diferentes vinos.

Si bien se activaron una variedad de regiones del cerebro durante el experimento, solo una región del cerebro pareció responder al precio del vino, en lugar del vino en sí: la corteza orbitofrontal. En general, los vinos más caros excitaban más esta parte de la corteza prefrontal. Los científicos argumentan que la actividad de esta región del cerebro cambió las preferencias de los catadores de vino.

Así, con estos tres ejemplos queda evidenciado que los consumidores son incapaces de distinguir la calidad y el precio de un vino a ciegas.

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